Esa es la pregunta que me hizo Didacticson (de 7 años) la otra noche, al acostarse. Así, sin más, sin venir a cuento. Después de los besos y abrazos de buenas noches, después de un día tranquilo y relajado en casa...
Y es que a veces se me olvida que no es un niño más, que los niños con altas capacidades, a menudo, son muy sensibles. Pero sobre todo, que su mente está continuamente en marcha, dando vueltas a montones de cosas a la vez.
Entre las muchas características que comparten los niños con altas capacidades, su velocidad de procesamiento es la que más sorprendente me parece. Cosas que para el resto de mortales pasan desapercibidas, a ellos no se les escapan. A veces parece que no se percatan de ciertas cosas, pero luego, van y te sueltan una duda existencial que te deja de piedra.
Estos niños ven el mundo con otros ojos, lo viven y experimentan de forma distinta. Con menos de 5 años ya tuvimos que hablar de la muerte (veía inevitable el paso del tiempo, y la muerte llegaría y se llevaría por delante lo que él más quería: a mamá. Y no importaba demasiado explicarle que eso no iba a ocurrir hasta dentro de muchoooos años.). Igual que el gran pesar que le genera pensar que, algún día, se le pueden olvidar los momentos tan felices que pasa con Didacticlittle. Sin siquiera ser capaz de entender o explicar un temor así.
Son preocupaciones que la mayoría de niños (ni adultos) tienen en su día a día. Y controlar todo ese torrente emocional no siempre resulta fácil. Sin embargo, me resulta fascinante.
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